Esta ruta comienza en la costa y se adentra poco a poco en la escarpada orografía del interior de Alicante. El primer pueblo por el que toca pasar es Benissa, que conjuga pequeñas calas, acantilados y zonas montañosas. En su término municipal confluyen las sierras de Oltá, La Solana, Malla Verda y Bèrnia, esta última con casi 1.200 metros sobre el nivel del mar.
La comarca de la zona es la Marina Alta, lugar del ‘riurau’, típica construcción rural que cuenta con ruta propia. Discurre por las localidades de Xaló, Senija i Llíber, zona productora de uva moscatel. Con este fruto se elabora la ‘mistela’, bebida espirituosa tradicional de la provincia.
El próximo paso de la ruta discurre entre las panorámicas que ofrece el Coll de Rates, entre las montañas del Ferrer y el Carrascal de Parcent. La carretera serpentea más que nunca y el motor de las motos lleva a los conductores al municipio de Tàrbena.
Más adelante, esperan las Fonts de l’Algar, un paraje natural con numerosos manantiales de agua que brota de las rocas. Situadas en Callosa d’Ensarrià, son un reclamo turístico ideal para degustar la gastronomía de la zona.
Y de las aguas naturales de los remansos de agua de estas fuentes a las turquesas del embalse de Guadalest. Los kilómetros siguientes se recorren junto a este paraje, con población con encanto incluida.
El horizonte de la Xortà va acompañado de zonas rocosas que se elevan más allá de los 1.000 metros de altitud. Como la ruta es de altura, es imprescindible el paso por la sierra de Aitana y el puerto de Tudons. Es uno de los puntos de conexión entre la costa alicantina y la Hoya de Alcoy.
El punto final del itinerario está marcado en las Cuevas del Canelobre, uno de los principales atractivos de la localidad de Busot. La naturaleza ha erosionado la zona durante millones de años hasta crear verdaderas joyas naturales. Por su impactante bóveda de 70 metros de altura ya vale la pena rodar los 150 kilómetros de esta apasionante ruta.
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